viernes, 30 de mayo de 2008

La fruta es el mejor alimento


La fruta es el alimento perfecto, requiere una minima cantidad de energía para ser digerida y le da lo máximo a su cuerpo de retorno.

Es el único alimento que hace trabajar a su cerebro.

La fruta, es principalmente fructose (que puede ser transformada con facilidad en glucosa). En la mayoría de las veces es 90-95% agua. Eso significa que está limpiando y alimentando al mismo tiempo.

El único problema con las frutas, es que la mayoría de las personas no saben como comerlas, de forma de permitir que su cuerpo asimile efectivamente sus nutrientes.

Se deben comer las frutas siempre con el estómago vacío. ¿Por qué?

La razón es que las frutas en principio, no son digeridas en el estómago, son digeridas en el intestino delgado.

Las frutas pasan rápidamente por el estómago, de ahí pasan al intestino, donde liberan sus azúcares. Mas si hubiere carne, papas o almidones en el estómago, las frutas quedan presas y ellas comienzan a fermentar.

Si usted comió una fruta de postre, luego de una cena y pasó el resto de la noche con pesadez en el estómago y un desagradable sabor en la boca, es porque usted no comió de la manera adecuada.

Se debe comer las frutas, siempre con el estómago vacío.

Usted no debe tomar jugo envasado en lata o en recipientes de vidrio. ¿Porqué no? La mayoría de las veces el jugo es calentado en el proceso y su estructura original se vuelve ácida.

¿Desea hacer la más valiosa compra que pudiera? Compre un extractor. Usted podrá ingerir el jugo extraído con el extractor como si fuese fruta, con el estómago vacío. El jugo será digerido tan de prisa, que usted podrá comer un refrigerio quince o veinte minutos después.

El Dr. William Castillo, jefe de la famosa clínica cardiológica Framington de Massachussets, declaró, que la fruta es el mejor alimento que podemos comer para protegernos contra las enfermedades del corazón.

Dice que las frutas contienen bioflavonoides, que evitan que la sangre se espese y obstruya las arterias. También fortalecen los vasos capilares, y los vasos capilares débiles, casisiempre provocan sangrados internos y ataques cardíacos.

Ahora, una cosa final que me gustaría que siempre mantuviese en su mente sobre las frutas:

¿Cómo se debe comenzar el día? ¿Qué se debe comer en el desayuno? ¿Usted piensa que es una buena idea salir de la cama y llenar su sistema con una tremenda cantidad de alimentos (principalmente café y pan blanco con mantequilla) que le llevará el día entero para digerir? Claro que no.. Lo que usted quiere es alguna cosa que sea de fácil digestión, frutas que el cuerpo puede absorber de inmediato y que ayuda a limpiarlo.

Al levantarse, durante el día, o cuando sea confortablemente posible, coma sólo frutas frescas y jugos hechos en el momento. Mantenga este esquema hasta por lo menos el medio día, diariamente. Cuanto mas tiempo queden solo las frutas en su cuerpo, mayor oportunidad de ayudar a limpiarlo.

Si usted empieza a cambiar los 'hábitos' con las que acostumbra llenar su cuerpo al iniciar el día, sentirá un nuevo torrente de vitalidad y energía tan intensa que no lo podrá creer. Inténtelo durante los próximos diez días y véalo por si mismo

Los chinos y los japoneses beben té caliente (de preferencia te verde) durante las comidas. Nunca agua helada o bebidas heladas. Deberíamos adoptar este hábito.'Los líquidos helados durante o después de las comidas, solidifican los componentes oleosos de los alimentos, retardando la digestión. Reaccionan con los ácidos digestivos y serán absorbidos por el intestino más rápido que los alimentos sólidos, demarcando el intestino y endureciendo las grasas, que permanecerán por más tiempo en el intestino.

Déle valor a un té caliente, o hasta agua caliente después de una comida. Facilita la digestión y ablanda las grasas para ser expelidas más rápidamente, lo que también ayudará a adelgazar

viernes, 23 de mayo de 2008

Ventajas de cocinar en olla a presión


Este tipo de cocción reduce las pérdidas nutritivas de los alimentos y el tiempo de preparación

Cocinar en una olla a presión es una manera rápida y fácil de preparar platos sin apenas utilizar agua, ya que el alimento se cocina prácticamente en su propio jugo, a diferencia de las ollas tradicionales, en las que se necesita mayor tiempo de cocción y mayor cantidad de agua, lo que da lugar a que parte de las sustancias minerales de los alimentos, sobre todo sodio y potasio, queden disueltas en ella. En este tipo de ollas los alimentos suelen cocerse a unos 100º C. Debe tenerse en cuenta, sin embargo, el tipo de alimento que vayamos a cocinar.
El pescado, por ejemplo, es aconsejable envolverlo para que no se desmenuce, y no cocerlo más de diez minutos, aunque el tiempo variará también en función del pescado y del tipo de olla que se use. Para la carne se requiere mayor tiempo de cocción, alrededor de 30 minutos. En el caso de las verduras lo más recomendable es utilizar poca agua para que así conserven todo el color y las vitaminas, y el tiempo irá de dos a diez minutos.
Un uso correcto
Para optimizar los resultados de la olla a presión hay que tener en cuenta una serie de consejos.
La máxima cantidad de líquido que la olla puede admitir es de 2/3 de su capacidad total y la mínima es de 1/4.
Cuando se cocinen alimentos con tendencia a hincharse o que produzcan mucha espuma es mejor llenar la olla sólo hasta la mitad, para evitar que la válvula se obstruya.
No debe abrirse cuando aún tiene presión. No es aconsejable, tampoco, enfriarla bajo un chorro de agua fría ya que en los tiempos de cocción se cuenta el tiempo que tarda la olla en despresurizarse.
Para un mayor ahorro de energía, en el momento que la olla alcance su punto máximo de presión, hay que bajar el fuego. De la misma manera, una vez apartada del fuego, se mantiene cerrada hasta que baje la presión, y así se aprovecha el calor del interior.
Para limpiar las manchas azuladas que frecuentemente salen en el fondo, un buen remedio es frotarlas con vinagre. Nunca con sustancias como lejía o amoniaco. Las válvulas de presión hay que limpiarlas a conciencia con una varilla, con el fin de retirar restos de alimentos. No es necesario desmontar las ollas "super-rápidas", sólo hay que lavarlas con chorro de agua a presión.
Para mantener la junta de cierre, conviene lavarla después de cada uso y secarla antes de volverla a colocar. Si existen fugas, hay que cambiarla.

Características
La olla a presión es un recipiente hermético que no permite la salida de aire o líquido por debajo de una presión establecida. La presión en el interior hace posible que suba la temperatura por encima de 100° C, esto consigue que el cocinado de los alimentos sea de tres a cuatro veces más rápido que el cocinado tradicional. Cuando dentro del recipiente se alcanza la presión establecida, una válvula libera el vapor y deja que éste escape.

Las más modernas incorporan una válvula adicional que actúa en el caso de que el escape normal no funcione, lo que puede ocurrir muchas veces debido a que se obtura con alguna porción de alimentos, como hojas de repollo o piel de garbanzos. De la tradicional, con la válvula de escape giratoria, hasta las más innovadoras, que suelen llevarla en el mango de la tapa, el mercado ofrece distintos modelos, como las ollas aptas para ser utilizadas sobre cualquier tipo de fuego, sea gas, vitrocerámica, electricidad o inducción. Ahora, una nueva generación de ollas "super-rápidas" se vislumbran como las más avanzadas y sofisticadas del mercado.

Fuente: http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/en_la_cocina/trucos_y_secretos
Articulo Relacionado: http://www.asesorianutricional.com.ar/tiempo-cocina.htm

lunes, 5 de mayo de 2008

Platos pequeños para comer menos

Con el fin de mantener el equilibrio dietético hay que familiarizarse con el concepto de "porción saludable" y consumir con mesura los alimentos más energéticos
La experiencia nos dice que cuando nos servimos más cantidad en un plato tendemos a comer más, a pesar de no tener hambre, o pese a habernos podido saciar con menos. Esto es relativamente habitual cuando vamos a comer fuera, especialmente en restaurantes donde sirven raciones de un tamaño mayor al que solemos estar acostumbrados.

Científicos de la Universidad de Illinois confirman esta teoría: la gente come hasta un 45% más de alimentos cuando se sirven porciones más grande

Distorsión de la porción saludable
Las medidas de los alimentos y las comidas que consumimos han aumentado; hablamos en muchos casos de raciones gigantes de alimentos, raciones XXL. En muchos restaurantes, sobre todo en los de comida tradicional, en el supermercado y hasta en los libros de cocina, las porciones son mayores, incluso más grandes que hace unos años. La oferta de «más comida por menos dinero» que la industria alimentaria lanzó en la década de los setenta se ha extendido a casi todas las áreas de la alimentación.
Esta aceptación generalizada de «más por menos» es una realidad que preocupa a médicos, nutricionistas y responsables de la salud pública. Según Kelly Brownell, experto en obesidad de la Universidad de Yale, «no es sorprendente que las empresas utilicen este gancho para enriquecerse, pero la consecuencia es la sobreingesta, la población occidental se está acostumbrando a medidas de bebidas y alimentos que superan con creces sus necesidades». Según los investigadores de la Pennsylvania State University, comemos más cuanto más nos servimos y el tamaño del recipiente o el envoltorio influyen subliminalmente sobre la cantidad de alimento que tomamos.Además no compensa comer menos al día siguiente de haberse hartado.
El hecho de no comer no implica que se adelgace, de lo que se trata es de comer bien
¿Quién es capaz de dejar la bolsa grande de patatas fritas o de pipas a medias una mañana de domingo a la hora del aperitivo?
La diferencia de picar unas "chips" de un plato, a sucumbir al reclamo de la bolsa, es de alrededor de 700 kilocalorías, es decir, el 35% de las necesidades energéticas de todo un día. Saltarse la cena después de los excesos no sirve de nada ya que el «no comer» no adelgaza. El mejor método para no engordar es «comer bien». La ingesta de 100 kilocalorías diarias de más puede dar lugar al aumento de cuatro kilos y medio de grasa en un año y, para compensar, la solución sería caminar durante veinticinco minutos como mínimo cada día.
Parece que el quid de la cuestión radica en analizar la cantidad de lo que comemos en mayor medida incluso que la calidad. De hecho, es posible no ganar peso mediante la ingesta de «comida rápida» si se saben mesurar las raciones.

En este sentido, James Painter, de la Easter Illinois University, ha publicado "Portion size me", evocando al ya famoso reportaje "Super size me" en el que un periodista se somete a la dieta "super size", basada en raciones gigantes de productos de Mc Donald's durante un mes. En contreto, este investigador sometió a dos estudiantes de Nutrición Humana y Dietética a una dieta basada en comida rápida comprada en restaurantes especializados o en gasolineras. A los dos les dieron orientaciones sobre las raciones que debían consumir en cada ingesta y el peso de ambos no aumentó tras el experimento.

La conclusión es que, aunque el marketing y la industria alimentaria juegan un papel relevante en nuestras elecciones alimentarias, al fin y al cabo, la decisión es una cuestión de responsabilidad individual. Cada persona es la que valora si aquello que le ofrecen tanto en cantidad como en calidad, será saludable y bueno para él o todo lo contrario.

Comer menos, y algo más
El consejo de tomar menos cantidad de comida para que no aparezca la temida obesidad, entre otras enfermedades, es de poca utilidad. En realidad conviene comer menos alimentos de densidad energética alta, con muchas grasas y/o azúcares, y comer más alimentos frescos de origen vegetal, que con menos calorías generan saciedad.
El simple hecho de añadir lechuga y tomate a una hamburguesa, disminuir ligeramente la cantidad de carne y poner una loncha de queso bajo en grasas, disminuye en 100 kilocalorías su densidad energética sin variar en absoluto el tamaño de la popular "Cheese burguer".
Todo lo contrario; hasta parece más grande.

En occidente empiezan a ser habituales los «platos presentación» que sustituyen a los platos llanos de toda la vida, con un diámetro muy superior. Ahora que cualquier excusa es buena para comer en compañía de clientes, amigos o familiares, y que la abundancia es lo que prima, si no se quiere quedar mal, es cuestión de política sanitaria el dar marcha atrás o frenar esta tendencia. La información al consumidor, el compromiso de la industria alimentaria y el sentido común de cada persona deberían complementarse para evitar que el exceso de comida acabe mermando paradójicamente nuestra salud.
Entre los consejos que facilita el USDA Center for Nutrition Policy and Promotion destacan los siguientes: si se come fuera de casa hay que pedir porciones más pequeñas, compartir entrantes con el resto de comensales, e incluso, llevar la comida que sobre a casa antes que ingerirla por compromiso, además de asegurarse de leer en la etiqueta del producto cuánto se considera una ración. Muchos alimentos que se venden como una sola porción incluyen dos raciones o más; por ejemplo, los refrescos, bolsas de snacks, bollería empaquetada... También conviene ser especialmente cuidadoso con los alimentos altos en calorías como los paquetes de galletas, los bizcochos o las salsas.

Una idea que los dietistas-nutricionistas han difundido desde hace años es utilizar platos pequeños para comer. De esta forma el plato se ve lleno y si se come poco a poco, el nivel de satisfacción puede llegar a ser el mismo que comiendo más cantidad en menos tiempo. El «plato presentación» no está mal si se toma como plato combinado, incluyendo en él la ración de verdura, de alimentos ricos en proteínas e hidratos de carbono correspondientes. En definitiva es tan importante saber comer mejor como aprender a comer menos.

¿HAMBRE INSACIABLE?


El acto de comer no es cuestión de estómago, sino de cerebro. Con el término hambre se designa un estado motivacional que impulsa o activa el organismo a buscar alimentos y a ingerirlos. El hambre o la necesidad subjetiva de alimentarse es una emoción con funciones motivadoras implicadas en la regulación de la ingesta de comida. Nuestro organismo tiene mecanismos biológicos de regulación del hambre.
En el cerebro, concretamente en el hipotálamo, se sitúan los centros del hambre y la saciedad que funcionan de manera antagónica, si el primero estimula la ingesta, el segundo la detiene cuando se ha comido lo suficiente. Los niveles de glucosa en la sangre, las contracciones del estómago y los lípidos corporales son algunas de las señales que el cerebro recibe y valora para coordinar nuestra conducta alimentaria. Pero no todo es tan fácil, la mayoría de las veces comemos cuando todavía tenemos reservas de sobra para aguantar durante horas.
¿Qué sucede entonces?
Además de la biología hay otros factores que afectan tanto o más a nuestra relación con la comida; el ambiente, las costumbres alimentarias aprendidas y los aspectos emocionales tienen una gran influencia en nuestra forma de comer. Según David Spiegel, del Departamento de Psiquiatría y Ciencias de la Conducta de la Stanford University, «la saciedad es parte de la forma que tiene nuestro cerebro de acoger el mensaje de que ya estamos satisfechos», pero se come en exceso. Una nueva razón es que la comida es de peor calidad, más densa en calorías y altamente procesada. Según Spiegel, este tipo de platos «no satisface y se necesita comer más para estar saciado».
En este sentido, investigadores del Food &Brand Lab de la Universidad de Illinois han demostrado que una comida hecha con ingredientes de mejor calidad y, por tanto más sanos, sacia antes que el mismo plato hecho con ingredientes procesados, no frescos.
Fuente http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/adulto_y_vejez
ARTICULO RELACIONADO: "http://www.asesorianutricional.com.ar/ayeryhoy.html

viernes, 2 de mayo de 2008

Antioxidantes para la salud ocular

Nuevas investigaciones ayudan a aclarar las incógnitas que rodean la suplementación dietética en el tratamiento de enfermedades oculares

Una ingesta alta de alimentos ricos en los carotenoides luteína y zeaxantina puede reducir en gran proporción el riesgo de degeneración macular senil.
Sin embargo, hay indicios que apuntan que altas dosis de beta-carotenos (también carotenoides) podrían aumentar el riesgo de aparición de la misma enfermedad.

Degeneración macular y nutrición
La luteína es un pigmento vegetal que se encuentra en frutas y hortalizas. No la puede producir nuestro organismo sino que sólo la obtenemos a través de la dieta. En la sangre es transportada por lipoproteínas de alta densidad (LDL) y es captada en el ojo, sobre todo por la retina y el cristalino; allí se metaboliza a zeaxantina. La luteína y la zeaxantina se conocen como «pigmentos maculares», que son los que protegen la mácula o parte central de la retina y el cristalino de la acción oxidante de la luz.

La dieta puede jugar un papel muy importante en la prevención y el tratamiento de la degeneración macular senil

La capacidad antioxidante de estas sustancias es la que reduce el daño provocado en el ojo por la luz ultravioleta y por reacciones fotoquímicas. La concentración de pigmentos maculares en la retina está directamente relacionada con la sensibilidad visual en personas mayores de 64 años, por lo que la densidad de estas sustancias es un indicador útil de la salud ocular.

La mácula es la responsable de la visión central y su degeneración impide actividades como leer, ver la televisión o reconocer las caras. La visión periférica, sin embargo, se mantiene inalterada, por lo que las personas que la sufren pueden manejarse sin ayuda para caminar o realizar otras tareas cotidianas. La Sociedad Española de Oftalmología estima que en nuestro país unas 800.000 personas están afectadas por esta enfermedad, que es crónica, progresiva y la causa más importante de pérdida irreversible de la visión después de los 65 años. Según la Sociedad Española de Retina y Vítreo, el 29% de la población de edad superior a 55 años, más de tres millones de españoles están en riesgo de padecer esta patología oftalmológica.

La dieta puede jugar un papel muy importante en la prevención y el tratamiento de la enfermedad. Hasta el momento todos los estudios realizados al respecto evidencian que una ingesta dietética alta de luteína y zeaxantina puede proteger contra la degeneración macular senil. También se considera al cinc procedente tanto de la dieta como de suplementos, un agente protector e incluso se ha observado que una ingesta alta de frutas y verduras ricas en beta-carotenos actúa en la misma medida. En nuestra alimentación las fuentes de luteína más comunes son las frutas del bosque (moras, arándanos, frambuesas y fresas silvestres), espinacas, la lechuga, el brócoli, las acelgas y el apio. La zeaxantina por su parte se encuentra en frutas como la naranja o el melocotón y en vegetales como los berros, el maíz o la achicoria.

¿Suplementación necesaria?
Los diversos estudios experimentales y epidemiológicos que se han divulgado en la literatura científica, sobre la protección y la mejora de la visión producidas con la ingesta de ciertas dosis de antioxidantes, dan lugar al planteamiento de si son necesarios o no los suplementos.
Los investigadores de la University of Sydney y de la University of Newcastle han evidenciado lo que otros científicos apuntaban en estudios anteriores: dosis altas de luteína y zeaxantina en la dieta reducen el riesgo de degeneración macular asociada a la edad. También confirman el papel protector del cinc frente a la misma enfermedad. Pero otra observación reflejada en su estudio, y por el momento no respaldada por datos retrospectivos, es que una ingesta dietética alta de suplementos de beta-carotenos pueden incrementar el riesgo de que aparezca dicha enfermedad.
Los suplementos nutricionales están regulados por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, y en nuestro país no están autorizados a superar la Cantidad Diaria Recomendada (CDR) de cada uno de sus componentes. La CDR es la proporción de cada nutriente que una persona sana debe ingerir por término medio diariamente a través de su dieta, para mantener un buen estado de salud. Actualmente no existe ningún suplemento nutricional en España que haya sido aprobado por las autoridades sanitarias para el tratamiento de la degeneración macular.
Los suplementos nutricionales son fuentes concentradas de nutrientes que sólo persiguen complementar la dieta para añadir o elevar el consumo de aquellos que se consideran necesarios para el óptimo funcionamiento de los tejidos, ya sea porque la dieta que realiza la persona los aporta escasamente, o porque se considere que su refuerzo pueda aportar beneficios adicionales. Nunca un suplemento debe utilizarse como tratamiento de base, ni como sustitutivo de éste o de una dieta equilibrada.

ESTUDIOS EN MARCHA


El estudio Age-Related Eye Disease Study (AREDS II), del National Eye Institut, en EE.UU., está trabajando para clarificar si tanto la luteína y la zeaxantina, como los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga omega-3, pueden añadir una reducción adicional al riesgo de progresión de la enfermedad, ya observada con otros antioxidantes (vitaminas C, E y betacaroteno) más el cinc. También se están testando las dosis más adecuadas que ofrezcan un buen nivel de protección sin riesgos añadidos.
Pero aún quedan muchas incógnitas por desvelar en el empleo de los antioxidantes en la degeneración macular relacionada con la edad, como cuál es la combinación más eficaz de estos nutrientes, en qué dosis se deben emplear, en qué pacientes y qué importancia tiene la carga genética a la hora de prescribir estos suplementos. Por este motivo, la Sociedad Española de Oftalmología recomienda ser cautos con este tema sin menospreciar el posible efecto que estas sustancias puedan ejercer sobre la salud ocular.

Autor: Por ELENA PIÑEIRO
Fecha de publicación: 24 de abril de 2008

http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/tendencias/2008/04/24/176396.php

ARTICULOS RELACIONADOS
http://www.asesorianutricional.com.ar/prevencion-2.htm#108
http://www.asesorianutricional.com.ar/antioxidantes.htm