A los niños les gusta actuar en algunas ocasiones igual que los mayores.
La elaboración de las comidas es una de las labores que hacen sus padres que más les apasiona, sobre todo si ello conlleva trabajar con las manos.
¿Cual será el resultado final?
Esta es la pregunta que muchos niños se plantean cuando ayudan a sus padres en la cocina. Cocinar es para los más pequeños una tarea entretenida y saludable al mismo tiempo ya que induce a consumir preparaciones caseras y una gran variedad de alimentos. Además cuando los niños participan en la elaboración de un plato demuestran un interés especial por ver el resultado final y por probar su sabor. Esto puede resultar muy útil cuando los pequeños presentan rechazo frente a ciertos alimentos -pescado, verdura, etc.-, puesto que se favorece su aceptación.
Ayudar en la cocina es una forma de que los más pequeños disfruten comiendo alimentos saludables. En cambio los niños no demuestran la misma motivación si son los padres quienes cocinan y les presentan el plato en la mesa. Otra posibilidad es que los padres cocinen los alimentos y los niños se ocupen al menos de la decoración de los platos, algo que les llama mucho la atención y con ello van adquiriendo responsabilidades en el hogar.
Las recetas más adecuadas para los niños son las de elaboración simple y que no requieren la utilización del fuego
Las recetas en las que los niños pueden participar con mayor facilidad y seguridad son las de elaboración sencilla que no requieren la utilización del fuego. En caso de que lo necesitaran, conviene que los niños realicen las operaciones previas y la decoración final y sean los padres quienes cocinen los alimentos.
Por otra parte, conviene que los niños preparen las recetas de aquellos alimentos que no toman con mucha frecuencia para fomentar su consumo.
Adquiriendo responsabilidades
No todo consiste en mezclar los alimentos sino que muchas veces se ha de esperar hasta ver el resultado final del plato. Esto es lo que ocurre con recetas que necesitan cocinarse al horno, en freidoras o en pucheros. Si se elabora un bizcocho casero, tras haber mezclado los ingredientes e introducirlo en el horno, habrá que esperar unos 40 minutos para que se termine de cocinar. Una forma de adquirir un cierto sentido de la responsabilidad es encargarles el control del tiempo de cocción de los alimentos. Han de ser conscientes de que si el tiempo se supera, el bizcocho se quemará y el sabor no será tan rico. Y que si no se alcanza, el bizcocho será incomestible.
Fuente original http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/salud_y_alimentacion/infancia_y_adolescencia/
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